Quizás no hagan falta realmente estudios para saber que cuando algo nos llama la atención por su belleza ejerce un influjo sobre nosotros que nos hace sentir mejor. Hace un momento en mi ventana aparecieron dos herrerillos comunes con unos preciosos colores azul y amarillo y mirada viva e inteligente, dos de mis gatos los observaban alucinados desde el lado de dentro del cristal, al igual que yo. Pero nuestras intenciones eran distintas mi pequeña Amy los espantó. A mí aún me resta la sonrisa, son unos animales preciosos (mis gatos también) y me alegraron la mañana. El arte ejerce un efecto similar en todo aquel que esté dispuesto a mirarlo de verdad.
Aquí os dejo el enlace al artículo de esta semana de Antrophistoria donde os hablo de ello:
http://www.antrophistoria.com/2016/02/el-arte-y-la-salud.html
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